Mi amada esposa tiene la costumbre, no sé si buena o mala, de hacerme preguntas profundas muy temprano por la mañana. No sé si se debe a que la mayor parte del tiempo vivimos filosofando o al hecho de que nuestros debates siempre se basan en conocimientos de terceros, ya sea desde la psicología, el coaching o el management; por lo tanto, siempre hay curiosidad y nuevas preguntas. Tengo que admitir que me agarro desprevenido cuando me preguntó mientras se lavaba los dientes: "¿Sos un loco que parece sano o un sano que parece loco?" Eran apenas las 6 am, lo sé porque vi mi reloj al terminar mi meditación matutina y ni siquiera me había tomado mi primera taza de café.
Además de la duda, lo primero que vino a mi mente fue una canción de Seal que dice "Nunca vas a sobrevivir a menos que seas un poco loco", una frase que desde la primera vez que escuché la canción me ha inquietado, pero que nunca he hablado con nadie. ¿Ser un poco loco es el motivo por el cual asumo riesgos que otros no asumen? ¿Es acaso la razón por la cual se me ocurren ideas fuera de lo común en momentos de adversidad? ¿Es este el motivo por el cual siempre he mantenido la curiosidad hacia lo desconocido? Bajo este razonamiento, diría que soy un sano que parece loco.
La otra cara de la moneda es potenciada por mi entorno y, más aún, por mi ego. Esa necesidad que la mayoría tenemos de encajar o estar a la altura de las expectativas de los demás o la simple locura de querer llenar un vacío existencial infinito con bienes y logros. "La máscara y el traje que nos ponemos para la gran obra llamada sociedad", dijo Borja Villesca en uno de sus libros. Creo que esto nos lleva a la mayoría a ser "locos" que parecen o pretenden ser sanos.
Otra forma de verlo es que "todos somos locos en potencia", ya que nuestra locura es potenciada por nuestro cerebro emocional y cerebro reptiliano cuando se deshabilita la razón y estamos subordinados a la ficción que deriva de estos dos sistemas cuando están estimulados.
Bajo cualquiera de estos tres escenarios, lo ideal es tomar conciencia y saber que muchas de nuestras acciones y decisiones nacen desde un lugar donde la razón está condicionada por emociones e instintos. Y lo ideal es que cada decisión pase por un filtro de valores personales que condicionan nuestra respuesta, es así como el carácter le dobla el brazo a la personalidad.
¿Ya sabes qué tipo de personalidad tenes? ¿Sabes cuando estás secuestrado por tu ego? ¿Sabes porque ciertas personas sacan tu mejor versión y viceversa? La vieja invitación de Socrates: “Conocete a ti mismo”
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Escrito por:
Jesse Buitrago
Coach & Mentor
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